martes, 12 de febrero de 2013

El Lobo Estepario

El Lobo Estepario; Hermann Hesse
Yo voy, lobo estepario, trotando por el mundo de nieve cubierto; del abedul sale un cuervo volando, y no cruzan ni liebres ni corzas el campo desierto.
Me enamora una corza ligera, en el mundo no hay nada tan lindo y hermoso; con mis dientes y zarpas de fiera destrozara su cuerpo sabroso.
Y volviera mi afán a mi amada, en sus muslos mordiendo la carne blanquísima y saciando mi sed en su sangre por mi derramada, para aullar luego solo en la noche tristísima.
Una liebre bastara también a mi anhelo; dulce sabe su carne en la noche callada y oscura. ¡Ay! ¿Por qué me abandona en letal desconsuelo de la vida la parte más noble y más pura?
Vetas grises adquiere mi rabo peludo; voy perdiendo la vista, me atacan las fiebres; hace tiempo que ya estoy sin hogar y viudo y que troto y que sueño con corzas y liebres que mi triste destino me ahuyenta y espanta. Oigo al aire soplar en la noche de invierno, hundo en nieve mi ardiente garganta, y así voy llevando mi mísera alma al infierno.

entre tripi y tripi....

Es en ese momento tan carpe diem, en el que ninguna sustancia invade tu cuerpo mas que tu propio vértigo hacia un mundo exterior. Buscas ese fuego purificador que engrose las filas de tu razón y te lleve por buen camino, antes de liarte a tiros con la gente. El problema muchas veces es lo inoportuno de la falta de esa empuñadura que no sientes en tu mano. La falta de ese cañón, se convierte en una frustración, y esto se multiplica, cuando el cañón no es correcto. No se debe matar, no se debe amar demasiado, no puedes destruir lo que no has creado. Quieres disparar hacia la ventana, que los miles de pedazos del cristal se evaporen en tu mente y te transporten a través de los tejados hasta donde descansan las gatas callejeras. Que todo se resuma en un pequeño extasis y el PUM sea el dulce billete de ida y nunca de vuelta.

Apátrida

miércoles, 6 de febrero de 2013

Babylon

Los relojes esperan pesares que aun están por llegar. Los apestados predijeron la avalancha cuando calló Babilonia. La sangre coagulada de los gigantes nunca mas se convertirá en tierra donde poder sostenerse. Los ojos de cristal del hijo, nunca mas dirán adiós y podrán saludar al nuevo señor. Las cadenas de hierro forjado serán navajas que cortaran nuestras extremidades, y cuando el dolor sea insoportable entonces gritaremos. Que cada uno grite lo que le plazca. Todos miraran por si mismos, entonces seremos caníbales de nuestras madres. Las nubes traerán muerte y la podredumbre del aire consumirá la ultima de las esperanzas. Mientras tanto, el ojo que todo lo ve guiara a los locos y dementes hacia su destino mas glorioso.

Apátrida

sábado, 2 de febrero de 2013

Lagerstroemia indica

El beso fue de esos besos que intentan ser rápidos pero que por razones equivocadas y aveces acertadas son eternos y duran incluso cuando la lluvia te empapa hasta los ojos. El viento enredó los cabellos como dulces y esquivas ramas de invierno. Las manos acariciaban como si buscasen tesoros escondidos. No pararon hasta que la tierra se hizo con ellos. Se iban a echar de menos. Lo sabían desde el principio.

Apátrida