Los relojes esperan pesares que aun
están por llegar. Los apestados predijeron la avalancha cuando calló
Babilonia. La sangre coagulada de los gigantes nunca mas se
convertirá en tierra donde poder sostenerse. Los ojos de cristal del
hijo, nunca mas dirán adiós y podrán saludar al nuevo señor. Las
cadenas de hierro forjado serán navajas que cortaran nuestras
extremidades, y cuando el dolor sea insoportable entonces gritaremos.
Que cada uno grite lo que le plazca. Todos miraran por si mismos,
entonces seremos caníbales de nuestras madres. Las nubes traerán
muerte y la podredumbre del aire consumirá la ultima de las
esperanzas. Mientras tanto, el ojo que todo lo ve guiara a los locos
y dementes hacia su destino mas glorioso.
Apátrida
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